Hoy voy a escribir para mi, lo
necesito. A menudo se me olvida que la meta que persigo en esta vida
no es gustarle a los demás, si no lograr gustarme a mi misma, es
más, la mayor parte del tiempo que paso intentando gustar al resto,
no me gusto nada yo.
La vida me parece como una cuesta hacia
abajo. Hay quien tiene vidas empinadas y otros que prácticamente
viven en la llanura. A veces la cuesta se pronuncia y otras veces
aparece una escalera mecánica que te baja durante un tramo.
La verdad es que no creo que mi vida
sea una pendiente pronunciada, diría que a menudo está llena de
césped, flores y mariposas. Las cosas suelen salirme como espero,
como todos tengo mis momentos, pero por lo general la cosa avanza
sin sobresaltos. Se me da bien hacer muchas cosas, no tengo problemas
económicos, mi salud (o no salud) no me incordia muy a menudo,
puedo permitirme hacer cosas que me gustan, como viajar, ir al cine o
pasearme los días que hace sol. Tengo amigos que me quieren, mi
familia me apoya en las decisiones que tomo, y el seguro del móvil
me cubre uno nuevo cada vez que me roban el mío (Que no han sido
pocas veces). No tengo vicios insanos (Si no contamos las dioptrías
que me está creando mi adicción al pc) y sonrío cada dos por tres
sin mucho esfuerzo.
Pues bien, una vez revelado todo esto,
diré que no sé ser feliz, que en algún punto de mi cuesta me
tropecé y desde entonces la bajo rodando. Tengo tanto miedo de que
me hagan daño, que me hago daño antes de tiempo para ir preparando
el golpe.
Es verdad que hay cosas en la vida que
no me han ido tan bien, no es que hayan sido terribles, pero si es
cierto que de alguna forma me han trastocado, y ahora, aunque quiero
creer que tengo derecho (¡Que me merezco!) cosas buenas, a la
práctica no lo aplico. Soy una masoca emocional y cuando no son
otros los que me hieren, soy yo misma la que lo provoca, podría
frenar el descenso, pero no tengo ni idea de como hacerlo. A ratos me
encuentro peleando contra algo que no existe, peleando contra mi
misma y pensamientos negativos que no sé como detener.
Intento abstraerme reinventándome, me
busco nuevos caminos cuando siento que la realidad puede conmigo.
Pruebo cosas nuevas, cambio mi estilo o mi pelo, busco amigos
distintos, me propongo metas diferentes, me compro billetes de avión
o cato géneros literarios que no me he molestado en leer antes. Hago
cada una de estas cosas esperando que al final daré con la que me
haga feliz, absolutamente feliz y durante un tiempo funciona, pero a
la larga o bien esas cosas ya no quieren quedarse conmigo, o por el
contrario soy yo la que de nuevo regresa al punto de partida y se
siente perdida en su propia vida. Quiero por encima de todas las
cosas tener algo que no me haga sentir gris, pero cuando llevo un
tiempo sintiéndome rosa, el rosa se vuelve oscuro y acabo volviendo
al tono asfalto.
Me siento una caprichosa. Si en mi vida
no hay ningún problema grave ¿Por qué me siento tan vacía? ¿Por
qué la mayor parte del tiempo parece que todo carece de sentido? ¡No
me falta un brazo! No se me ha muerto nunca nadie, no he tenido que
pasar por un divorcio, no me han violado, no me muero de cáncer, no
paso hambre, no soy alérgica al gluten... Me autocastigo
constantemente, me exijo mucho y no cumplo nada, y me enfado conmigo
misma por exigirme demasiado y también por no hacer nada de lo que
me exijo. Creo que lo doy todo cuando probablemente no esté dando
nada. Siempre quiero más de los demás aunque los demás me den todo
lo que tienen, y a la vez no se aceptar las cosas que me dan porque
me parece egoísta cogerlas “Seguro que alguien lo merece más que
yo”. Parezco segura y serena, pero mi cabeza es una batidora sin
tapa. Consigo controlarme la mayor parte del tiempo, pero hay días
(Como hoy) que mi pesimismo me gana la ronda y a base de ideas
absurdas y agotadoras me deja cao.
Me siento muy perdida y ya que estamos
confesándonos diré que normalmente lo único que
quiero es un abrazo, aunque lo que me merezca sea un capón.
Pienso demasiado y me salta
constantemente el cortocircuito en forma de lágrimas, gritos o
palabras, mi cerebro se ha convertido en un amilanado introvertido, y
para compensar todo este desastre, está la mascara de la tipa dura
que sabe que puede comerse el mundo y que de hecho lo hará. Pues
bien, de ella hablaré poco, porque la verdad es que todo esto se la
trae al pairo. Cuando todo es caótico sale y arrasa con lo que se le
ponga por delante, me levanta del suelo, me da unos azotes y me dice
“O caminas o camino” así que ambas, la blanda y la dura
caminamos, la blanda como puede, la otra con mucho estilo. Y ese es mi día a día, sin saber muy bien quien soy, sin ningún tipo
de constancia, sin ganas, sin abrazos, sin un buen motivo para existir, y sobre todo, y por encima de todas las cosas, sin puñetera
idea de que quiero ser de mayor.