No pensaba hablar de esto, pensaba hacer una entrada relacionando a la gente con los zapatos, pero ayer sucedió algo que me encendió la luz y que no puedo callarme.
Iba yo en el autobús con una compañera de clase, cuando dijo algo que me dejó a cuadros, no es que hablase de política, ni de el sistema económico capitalista, no es que hiciese referencia a la pena de muerte o al genocidio nazi, no, ella dijo: ¿Sabias que el hermano de X es piscis como yo? Con un tono de voz que bien podría usar el presidente del gobierno para decirnos que ha encontrado la solución a la crisis.
Resulta que X es el chico con el que tiene algo y por algún motivo de persona enamorada, tenía todo el sentido del mundo contarme a mi que el hermano de este chaval es piscis, como ella. No entendí nada, es decir, no entendí porque tenía la necesidad de contarme algo así, por eso me puse a darle vueltas al asunto, en silencio claro, porque ella seguía hablando sobre él, sobre que le cuesta leer su tono de voz, que no sabe si siempre va de broma, que si no se que canción le recuerda a él, que si... (Revelando esa imperante necesidad de intentar buscar conexiones entre los dos.)
Pues bien, resulta que cuando nos enamoramos se dan lugar ciertos procesos químicos en nuestra cabeza, como la segregación de dopamina (Y no hablaré mas sobre química para no pillarme los dedos), el caso es que este proceso hace que el enfermo, la persona enamorada, perciba la realidad y el objeto de su amor de una forma completamente distorsionada. Idealiza a la otra persona y durante las 24 horas del día piensa en ella y como piensa en ella pues habla de ella y como habla de ella inevitablemente acaba diciendo cosas rematadamente estúpidas que no vienen a cuento, pero mi amiga no tiene la culpa, ningún enamorado la tiene, es esta sensación de felicidad que la embarga la culpable de que diga cosas como esas.
Un poco contrariada con el tema me puse a hacer memoria, sobre si yo también había dicho flores de este calibre, fue terrible descubrir que efectivamente había caído en la enfermedad, no una vez, ni dos, ni tres, había hablado y hablado sobre tipos que hacían cosas que realmente no le importaban un pimiento a la gente de mi alrededor. Me gustaría disculparme por esto, pero no lo haré, yo no controlo cuando mi cerebro decide que me convierta en un pato mareao.
"¿Sabias qué si fulanito y yo juntamos las manos su mano es más grande?"
"Pues el otro día Pepito salió de casa y se olvidó coger la merienda, ¡Que cabeza eh!"
"Menganito pone una cara supermona justo antes de estornudar"
y mi favorita:
"Si yo hubiese ido a nosquelugar nosequedía a nosequehora puede que hubiese conocido a Zutanito antes ¿Qué coincidencia no? Porque yo estuve apunto de ir, pero no fui porque blablabla y aun así al final nos hemos conocido, estábamos predestinados."