20 de marzo de 2009

Inspecciona su cuerpo


-¿Estás sola?
-Si
-Yo también, vente a mi casa.

Como un puñetazo en la boca del estomago, de estos que te cortan la respiración y te ponen los pelos de punta. Las piernas tiemblan y no sabes si vas a ser capaz de volver a respirar tranquila algún día.Se mira, inspecciona su cuerpo, son las 2; hay un vaso de leche esperándola en la nevera y su pijama sobre la cama. Se mira, inspecciona su cuerpo ¡Joder! Son y 10.

-Pero es tarde.
-Hay metros toda la noche.

Dan ganas de gritar de rabia, rabia profunda, de la que nace en las puntas de los pies y crece como un tornado hasta colocarse entre los labios. ¿No proclama su locura a los cuatro vientos? Esto se pone difícil, cree estar zumbada ¿Pero tanto? En realidad ya no se debate la peculiaridad de la mente, ni la cordura, si no si vale o no vale. Y vale o ella decide que vale. Se mira, inspecciona su cuerpo, son y 20.

-Ok, tardaré un rato.

Follar siempre le ha parecido una palabra burda, animal, sucia, por eso usa otras expresiones, “Tener sexo” “Acostarse”… Pero esa noche, si ha decidido calzarse y salir de casa a y 30, es porque quiere follar o que la follen, aun le queda media hora de camino andando y otra media en metro para pensar que es lo que está buscando.Es extraño que los seres efímeros amen las cosas efímeras, tal vez es por culpa de la identificación, tal vez es porque lo eterno solo dura unos segundos… Sabe que si durase mucho más le enervaría los nervios el sentirse atrapada.

Las calles están llenas, es lo que tiene una ciudad en fiestas. Se siente como un fantasma andando entre lo real y lo irreal. Sigue si saber que busca al entrar en la estación. Se mira, inspecciona su cuerpo, son las 3 menos 5, parece que hayan hecho el horario para ella, pasa el metro y lo observa, lo observa con puro despecho “¡¿No ves que así no puedo pensar?!” Tal vez si los golpes en la boca del estomago fuesen más fuertes, habría podido caer desmayada, pero no hay nadie con el puño cerrado y en el vagón más solitario se sienta, vista al cristal oscuro, prefiriendo evitar cruzar miradas con borrachos, enfermos y violadores. Está segura ahora si, que lo que quiere es un buen trago que relaje sus nervios, pero como no chupe la mancha de vodka que hay en el tapizado del asiento de al lado no tiene más que aguantar.

Transbordo.

Si, definitivamente los horarios los han hecho a su gusto. Los trenes parecen alcahuetas y ella una prostituta que a las 3 y 4 acude hacia su cita, como el servicio de taxis, él llama y la que esté más cerca lo recoge. “¿Quien me recogerá a mi después?” Aun que sea imposible con cada parada que avanza se siente más sucia y nerviosa. “Debería haber lamido esa mancha”

7 paradas
6 paradas
3 paradas

“¿Me he dormido o han desaparecido paradas?”

Se mira, inspecciona su cuerpo y se siente horrible, pero no sabe si es culpa de que de verdad esta hecha un asco o es que su mente no quiere tolerar lo que va a pasar.

2 paradas
“Aun puedo coger el metro de vuelta”
“Cobarde”

1 parada.

Ya lo he dicho: amamos lo efímero. Ella quiso que el tiempo se detuviese entre túneles, pero no pudo hacerlo, así que masticó aquellos minutos sacándoles todo el jugo, como a un chicle.

Es inevitable ser coqueta aun que se te vaya a salir el estomago por la boca, por eso en el primer cristal que se puede reflejar, se adecenta el pelo y aun que no ha llorado (todavía) se seca los ojos. Él debe estar arriba, esperando.La espera no es eterna, porque si algo nunca llega, acabas por dejar de esperarlo.

-Has tardado.
-Te he dicho hace un rato que tardaría.


10 minutos más de pensar, si los silencios mataran, la muerte les habría degollado a ambos; pero sus cabezas, o al menos la de ella, es como una batidora modo turbo.El patio parece “mare” y ambos suspiran.

-Vamos por las escaleras.

Él pasa delante, la situación es insostenible, no, ciertamente si ella ha hecho una hora de viaje no es para hacer batido de sus pensamientos delante de él. Sigue sin saber lo que busca, pero a lo mejor no es buscar si no encontrar, se hace a la idea de que ha chupado el tapizado y mientras él abre la puerta, desde atrás, ella le pone la mano en el muslo, sobre el vaquero.

Como pasar de off a on.La puerta se abre y antes de darse cuenta se encuentra contra la pared de una habitación que no ha visto nunca, ni tampoco ahora. Tiembla durante 4 segundos, le encanta cuando un tío le pone la pierna entre sus piernas y hace presión, le encanta sentir la pared fría contra su espalda y esa necesidad naciente de quitarse “YA” toda la ropa.

“¿Me quitas la ropa y me follas o te quito la ropa y te follo?”

Se mira, inspecciona su cuerpo y descubre que arde.

Desnudar a alguien es algo que puede durar mucho o nada, desnudarte a ti mismo puede llevarte toda la vida o puede resumirse en una frase.

“Botones obedientes, el ritmo lento de una cremallera, caricias que no piden permiso” Su mente recita.

“Un susurro al oído, un beso en el cuello, mi piel se pone en guardia, un dedo repasa mis labios, mi lengua investiga”

La ropa desaparece.

Oscuridad, luz blanca, no, mejor en rojo.

-Se estará calentito aquí.

“¿Calentito? Me quemo”

Los espejos situados en puntos estratégicos. Tal vez uno en el techo acabaría de dar el morbo a todo esto. ¿No sería excitante directamente hacerlo en la casa de los espejos? La casa de ella está llena de ellos, lo invitará un día. Su madre es algo narcisista.

Gime.

Él toma el control, el sexo es como tocar un instrumento, si lo haces bien, la melodía puede sonar muy dulce. Sus dedos acarician y la boca de ella se abre dejando escapar siseos.

Le encanta cuando la sujetan con fuerza para que no pueda escaparse y así fingir que se resiste, se suelta de un brazo y sonríe satisfecha.La mano rodea el miembro de él, se lame los labios “¿Cómo podía haberse planteado quedarse en casa?” La muerde en el hombro, se retuerce.

-Quiero más.- le susurra en el oído y siente como crece un poco más contra su palma.

“¿Quiero follarte o que me folles?”

El final es igual, aprieta los dientes, pero lo recibe con una sonrisa, tira el cuello hacia atrás y en cuanto puede volver a reaccionar su mirada se desvía a uno de esos reflejos que dan una visión erótica, aun que nunca he sabido donde está la línea de separación entre erotismo y pornografía.Es piel contra piel, sexo en estado puro y a pesar de que parezca que tiene una mente pervertida, le encantaría estar grabando eso para poder verlo una vez detrás de otra, las noches que él decida no invitarla a su casa.
Entonces… “Si es él quien decide cuando y donde, es él quien me está follando” Aprieta más fuerte la pierna que le rodea y su cara se vuelve el de una fiera, había olvidado que ella es un jodido taxi.

No podría describir un orgasmo masculino, no podría describir uno femenino con exactitud. Se está calentito. Se mira, inspecciona su cuerpo, el de él a través del espejo de la pared, se deleita con el vaivén de las caderas y decide que “¡Dios! Esto debe repetirse” justo en ese momento la embestida despierta algo, parece que se vuelve una carrera por llegar a la cima, y le da igual quien folla y quien es follado, acelera el ritmo de subida.

Grita

Una explosión de partículas diminutas, un hormiguero entero recorriéndole el cuerpo, pequeñas contracciones, que lo aprisionan, lo retienen. Un deleite para los oídos, para el cuerpo, pechos tensos, inspira y expira, y el corazón no se relaja.

Y cuanto más breve y efímero, más disfrutamos.

Odio volver a la realidad y que me den el puñetazo en el estomago.

-¿Estás sola?
-Si.
-Yo también, vente a mi casa.
-Pero es tarde.
-Hay metros toda la noche.
-Buff, está lejísimos y estoy cansada, paso.