28 de abril de 2013

Pablito clavó un clavito...

           Esta vez es mentira eso de que un clavo saca otro clavo, porque yo tenía un clavo clavado, tan clavado que dolía cada vez que respiraba. El clavo llevaba tiempo oxidado y pensé que tal vez lo que tenía que hacer era buscar otro clavo para sacarlo, y así me vi rodeada de clavos que por mucho que se clavaban no sacaban al primer clavo. 
             Entonces llegaste tú, con el martillo de carpintero, que tiene eso de sacar clavos, y a base de chistes los has ido quitando todos, incluso el que estaba clavado hasta el fondo y que ya no sabía como sacar. 
           Y podrías haberte metido tú en mis huecos, pero aquí estás, cerrándolos con masilla y paciencia... Así que puedes coger el trozo de madera entero si te apetece, te dejo que me cuides, te dejo que me tengas, mientras no te claves y duelas. 


24 de abril de 2013

I'm going to die alone.


Hoy voy a escribir para mi, lo necesito. A menudo se me olvida que la meta que persigo en esta vida no es gustarle a los demás, si no lograr gustarme a mi misma, es más, la mayor parte del tiempo que paso intentando gustar al resto, no me gusto nada yo.

La vida me parece como una cuesta hacia abajo. Hay quien tiene vidas empinadas y otros que prácticamente viven en la llanura. A veces la cuesta se pronuncia y otras veces aparece una escalera mecánica que te baja durante un tramo.

La verdad es que no creo que mi vida sea una pendiente pronunciada, diría que a menudo está llena de césped, flores y mariposas. Las cosas suelen salirme como espero, como todos tengo mis momentos, pero por lo general la cosa avanza sin sobresaltos. Se me da bien hacer muchas cosas, no tengo problemas económicos, mi salud (o no salud) no me incordia muy a menudo, puedo permitirme hacer cosas que me gustan, como viajar, ir al cine o pasearme los días que hace sol. Tengo amigos que me quieren, mi familia me apoya en las decisiones que tomo, y el seguro del móvil me cubre uno nuevo cada vez que me roban el mío (Que no han sido pocas veces). No tengo vicios insanos (Si no contamos las dioptrías que me está creando mi adicción al pc) y sonrío cada dos por tres sin mucho esfuerzo.

Pues bien, una vez revelado todo esto, diré que no sé ser feliz, que en algún punto de mi cuesta me tropecé y desde entonces la bajo rodando. Tengo tanto miedo de que me hagan daño, que me hago daño antes de tiempo para ir preparando el golpe.

Es verdad que hay cosas en la vida que no me han ido tan bien, no es que hayan sido terribles, pero si es cierto que de alguna forma me han trastocado, y ahora, aunque quiero creer que tengo derecho (¡Que me merezco!) cosas buenas, a la práctica no lo aplico. Soy una masoca emocional y cuando no son otros los que me hieren, soy yo misma la que lo provoca, podría frenar el descenso, pero no tengo ni idea de como hacerlo. A ratos me encuentro peleando contra algo que no existe, peleando contra mi misma y pensamientos negativos que no sé como detener.

Intento abstraerme reinventándome, me busco nuevos caminos cuando siento que la realidad puede conmigo. Pruebo cosas nuevas, cambio mi estilo o mi pelo, busco amigos distintos, me propongo metas diferentes, me compro billetes de avión o cato géneros literarios que no me he molestado en leer antes. Hago cada una de estas cosas esperando que al final daré con la que me haga feliz, absolutamente feliz y durante un tiempo funciona, pero a la larga o bien esas cosas ya no quieren quedarse conmigo, o por el contrario soy yo la que de nuevo regresa al punto de partida y se siente perdida en su propia vida. Quiero por encima de todas las cosas tener algo que no me haga sentir gris, pero cuando llevo un tiempo sintiéndome rosa, el rosa se vuelve oscuro y acabo volviendo al tono asfalto.

Me siento una caprichosa. Si en mi vida no hay ningún problema grave ¿Por qué me siento tan vacía? ¿Por qué la mayor parte del tiempo parece que todo carece de sentido? ¡No me falta un brazo! No se me ha muerto nunca nadie, no he tenido que pasar por un divorcio, no me han violado, no me muero de cáncer, no paso hambre, no soy alérgica al gluten... Me autocastigo constantemente, me exijo mucho y no cumplo nada, y me enfado conmigo misma por exigirme demasiado y también por no hacer nada de lo que me exijo. Creo que lo doy todo cuando probablemente no esté dando nada. Siempre quiero más de los demás aunque los demás me den todo lo que tienen, y a la vez no se aceptar las cosas que me dan porque me parece egoísta cogerlas “Seguro que alguien lo merece más que yo”. Parezco segura y serena, pero mi cabeza es una batidora sin tapa. Consigo controlarme la mayor parte del tiempo, pero hay días (Como hoy) que mi pesimismo me gana la ronda y a base de ideas absurdas y agotadoras me deja cao.

Me siento muy perdida y ya que estamos confesándonos diré que normalmente lo único que quiero es un abrazo, aunque lo que me merezca sea un capón.

Pienso demasiado y me salta constantemente el cortocircuito en forma de lágrimas, gritos o palabras, mi cerebro se ha convertido en un amilanado introvertido, y para compensar todo este desastre, está la mascara de la tipa dura que sabe que puede comerse el mundo y que de hecho lo hará. Pues bien, de ella hablaré poco, porque la verdad es que todo esto se la trae al pairo. Cuando todo es caótico sale y arrasa con lo que se le ponga por delante, me levanta del suelo, me da unos azotes y me dice “O caminas o camino” así que ambas, la blanda y la dura caminamos, la blanda como puede, la otra con mucho estilo. Y ese es mi día a día, sin saber muy bien quien soy, sin ningún tipo de constancia, sin ganas, sin abrazos, sin  un buen motivo para existir, y sobre todo, y por encima de todas las cosas, sin puñetera idea de que quiero ser de mayor.  



15 de abril de 2013

Verona/Venecia

He pospuesto escribir esta entrada demasiado, siempre encontraba algún motivo absurdo para hacerlo, pero ya toca, porque si no al final carecerá de sentido. 
Cuando compré en un impulso los billetes para irme a Verona lo cierto es que lo que buscaba era una salida de emergencia a lo que me estaba quemando por aquí, tampoco medité mucho al respecto y no me di cuenta de que no puedes huir de los problemas si estos están en tu cabeza. En fin, al volver seguían presentes pero si es verdad que mientras estuve allí pensé poco. 


Verona, ciudad de Romeo y Julieta, romántica donde las haya, llena de encanto (Siempre que no se ponga a llover, si se pone a llover te cagas en todos sus muertos porque por algún motivo no hay cornisas en las que guarecerse). Pequeña, bonita y llena de amor de las formas más peculiares. 


A mitad de estancia allí teníamos (El amigo al que fui a visitar y yo) programada una escapada a Venecia para pasar dos días, ninguno había visto la ciudad y ambos teníamos grandes expectativas puestas en ella.

 Venecia es preciosa. Durante los primeros treinta minutos encontrarse con canales, barcas, casas antiguas y tiendas llenas de mascaras resulta fascinante, luego cuando te toca cruzar otro jodido puente o das con un puto callejón sin salida te das cuenta de que nunca, JAMÁS, la elegirías como ciudad para vivir. 


Tras mucho caminar llegamos a la conclusión de que en caso de una invasión zombie era de los peores sitios donde te podía pillar. Por un lado por que no sabes si una calle te llevará a un muro o a un canal, porque el agua se llenaría de muertos y no habría forma de entrar en ella, porque las calles son un enredo y sin mapa no hay quien se aclare, porque no hay opción de escalar por ningún lado y porque en toda Venecia solo encontramos 2 supermercados.


Es bonita, claro que sí, adoré perderme por ella, y eso de que huele mal es un mito que ha extendido gente remilgada, no es para tanto. Las calles acaban pareciendote todas iguales, vuelves sin darte cuenta a puntos en los que ya habías estado, las cosas son muy caras y a las calles se olvidan de ponerles el nombre para que no te pierdas.


Pero como ya he dicho me gustó perderme, total, estaba en buena compañía que era lo que importaba. Andé como no andaba en mucho tiempo, me rompí las botas, me dejé un pastón, me comí un donut delicioso y tropecé con el parking de las gondolas. 


El viaje fue lo que esperaba, encontré la calma que necesitaba (la vuelta ya fue otro cantar) y en él hice el mayor descubrimiento de los últimos meses. 


9 de abril de 2013

Siempre ella.

         Anoche hablaba con un chico y no se como acabó nombrando a su ex, después de enseñarme una foto en la que comprobé que la chica en cuestión era preciosa, me dijo: Pues si te parece bonita por fuera, por dentro lo era mil veces más, ha sido la única persona de la que me he enamorado. 
        Esto me hizo pensar que yo sé que ninguna de las personas con las que he estado al terminar nuestra relación han ido diciendo lo preciosa y encantadora que era yo, la esencia perfecta que había en mi interior, lo bonita que estaba al despertarme, que solo me han amado a mi de verdad... 
         Creo que estoy cometiendo un grave error en lo que respecta a mi vida sentimental... Y es el de no buscarme a vírgenes muertos de ganas de enamorarse.