14 de abril de 2008

A tiempo liebre/caracol

Ayer hizo un año, uno de esos años que pasan por tu lado como una flecha mal dirigida, que te hiere el brazo, pero no se detiene; rápida, más de lo que esperábamos, menos de lo que desearíamos; porque si un año fuera algo simple que todos pudiésemos soportar, las parejas durarían años y años. Pero no, un año es bastante tiempo, a un que cuando haya pasado miremos hacia atrás, nos sequemos las gotas de sudor y pensemos: “Pues se me ha pasado rápido”
Cuando era pequeña y veía el verano como algo eterno, mis padres me decían que con el paso del tiempo las cosas se aceleran, que dos meses para un niño son un mundo por descubrir, mientras que dos meses para un adulto normalmente es poco tiempo. Mis días también pasan rápido, las semanas, todo tiene una velocidad turbo que a veces me deja atrás de mi propia situación, y ayer fueron 365 días, un montón de horas (algunas desaprovechadas), la ostia de minutos, y ya ni os cuento los segundos. Tiempo en el que he llorado, me he reído, he enfermado y por supuesto me he curado; 12 meses en los que he vivido de todo, 12 meses que no borraría. He caído un par de veces y nuevamente me he puesto en pie, con ayuda o sin ella; He escuchado cientos de canciones, leído la tira de libros y escrito miles de palabras; He recibido besos, abrazos, “te quiero”, “te amo” y los he devuelto, con más o menos énfasis.
Ayer hizo un año en mi vida, en mi vida de yo, de nosotros, no sé, de todo lo que me rodea, pero hoy también hace aun año ¿No? Y mañana y pasado, solo espero que todo siga así, despacio pero deprisa, triste y a la vez alegre, con canciones, libros, palabras, lágrimas… y lo que pierda… pues si hay que recuperarlo, ya lo recuperaré.








PD: Con esta entrada ya van 50

No hay comentarios: