La cosa va de salidos, el otro día leí un texto que me gustó y decidí hacer la versión femenina, ojalá todas las colaboraciones fueran así. Gracias por animar mis días y darme motivos para atreverme a escribir.
...
Así
que, esa misma mañana, se marchó. Eran las siete. Muy temprano.
Había triunfado esa noche, menuda tía y menudo polvo. No tenía
pegas.
La
encontré tarde y un poco empapada en chupitos, pero se dejaba y eso
me encanta. Comenzó a manchar con sudor su vestido dentro de la
discoteca. Salimos fuera para respirar un poco. Era bastante guapa,
no una portada de Vogue,pero
sexy a su modo y con ojos de leopardo desnutrido.
Fumamos
uno enfrente del otro; luego noté el sabor a cerilla en su lengua.
Le
ofrecí ir a mi casa y no dudó, es más, casi me lleva ella a mí.
Nos arrancamos la ropa en mi sofá. Se rompió el tanga
intentando quitárselo, cosa que le dio igual. Me montó sin tiempos
muertos. Saboreé su cuello, sus pezones y sus hombros. Abrí sus
nalgas y la penetré hasta el fondo.Me pidió que le apretase los
muslos y le arañase la espalda, que la cogiese del pelo y jugase con
ella. Hice lo que quise con su cuerpo: no paraba de sonreír. Soy un
cerdo.
Justo
antes de acabar, decidí que era muy cruel correrse dentro, por lo
que lo hice en su cara. Sin permiso.
Cayó
rendida en mi cama. Despertó sobre las siete y se largó. Ni
siquiera recuerdo el color de su vestido, solo consigo acordarme de
un detalle: los tacones le quedaban grandes.
Aarón
Encontré
el vestido entre sus pantalones, me enfundé en él, dejé el tanga
roto de recuerdo en el suelo de su habitación y a eso de las siete y
cuarto ya estaba cogiendo el metro de vuelta a casa. Me gustan los
trabajos limpios y las despedidas silenciosas.
Dio
conmigo cuando yo ya iba borracha y cachonda, la noche aburre, la
noche es una mierda cuando te pones selectiva. Él era guapo, olía
bien y a mi ya me picaba el vestido de sudarlo con tanto baile.
Fuera
le pedí que me encendiera un cigarro, me lo fumé como una de esas
mujeres interesantes de las películas, las que te dicen con sus
caladas que les gusta llevarse cosas a los labios, luego le dejé que
me comiera la boca.
Me
ofreció su casa y acepté, en mi casa hace tiempo que ya no dejo
entrar a nadie. De haber tenido unas tijeras para cortarle la ropa...
y mi tanga, mi puto tanga, un tirón y a la mierda, es mejor ir sin
nada que con ese trasto metido en el culo. Lo monté sin tiempos
muertos. Para él todas mis ganas de polvos frustrados. Le mordí los
labios, los dedos y la cadera. Le pedí que me apretase los muslos,
me arañase la espalda y me tirase del pelo. Que entrase hasta el
fondo "Más fuerte". Hice lo que quise con mi cuerpo: no
paraba de sonreír. Soy una zorra ¿Y qué?
Decidió
no correrse dentro, lo hizo en mi cara. Sin permiso. Fue un cerdo.
Papel,
agua, jabón... Caí rendida en la cama, el placer de dormir con un
desconocido. Me desperté y me largué. Ni siquiera recuerdo su
nombre. Y por cierto, he de ponerle una plantilla a estos tacones, me
quedan grandes.
Ari
3 comentarios:
No está nada mal, aunque leeríamos mas entradas tuyas si fueras un poco mas sucias y torridas, no gusta leer guarrerias, al menos, unas pocas mas!
Saludos y animo!
Muy bueno... aunque para mi gusto sobra: "soy una zorra". No me gustan las etiquetas que planta la sociedad a las mujeres que les gusta divertirse. En el relato del chico no existe una frase con las mismas connotaciones. Yo añadiría: "Ni siquiera recuerdo el color de sus ojos, solo que sabía utilizar su lengua a la perfección" jajaja. Besazos.
Él en su texto sí dice "Soy un Cerdo" cuando escribí el soy una zorra pretendía hacer un paralelismo con esa frase que había dicho él.
A mi no me gustan las etiquetas, pero tampoco me parece mal convertirlas en algo distinto. A ella parece darle bastante igual eso.
(Me ha gustado esa frase que añadirías :P)
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