14 de octubre de 2013

The Lonely

Claudia se ha vuelto a marchar, Lucía lo ha sabido al entrar en casa y encontrarse todas las ventanas abiertas "Para que se airee la casa". Claudia siempre deja al irse un frío silencioso, o un silencio frío ¿Qué más da? El caso es que se ha ido.

Cuando Claudia no está se siente una calma incómoda, como si no le pusieran canción a unos créditos finales, como el vacío sentimental tras una discusión en la que se han dicho cosas terribles. Lucía no sabe si poner música para llenar el hueco que ha dejado Claudia, o si llenarse la boca con tierra de las macetas ¿Ahora quién regará las plantas? ¿Quién se va a preocupar del resto de cosas en las que Lucía no pierde el tiempo? ¿Quién les dirá a los de las compañías telefónicas de forma educada que no quieren cambiarse a otra? ¿Quién va a impedir que Lucía vuelva a ponerse su piel de titanio? 

Acaba fumándose un cigarro en el salón, como venganza, porque Claudia no le deja y ahora ella puede hacer lo que quiere, porque es su casa, su jodida y vacía casa. Apaga el cigarro sobre el sofá haciendo un agujero en el tapizado y le da absolutamente igual, porque ahora todo le da absolutamente igual, porque ya no piensa recoger los pelos de la ducha hasta que esta no deje de tragar, ya no bajará la tapa cuando mee, ni se preocupará de que todo el mundo se sienta a gusto. Ya no le va a decir "Gracias" a nadie, ni llamará para felicitar los cumpleaños. No se pondrá los cascos para poder ver algo en el ordenador mientras la tele está encendida, va a comer mierda todos los días y se comprará uno de esos botes gigantes de Nutella. Se duchará hasta que el agua salga fría, y ya nunca jamás volverá a hacer la cama para tener que deshacerla a la noche siguiente. 

Cambiará la puta cerradura para que Claudia ya no pueda volver, y si vuelve y quiere entrar, que pida permiso. Está harta de la debilidad de Claudia, de su afán de protagonismo, de sus cambios de humor, de su carácter enamoradizo, de sus lágrimas de cocodrilo, de sus "Te quiero" despilfarrados, de sus novios idiotas, de sus caprichos, de su colonia, de su color de pelo, de sus zapatos, de su molesta pedantería, de sus frases largas y complejas,  de sus planes... Está harta de ella y de esa necesidad de creer en el amor y descreer a la primera de cambio, cuando lo mejor es no creer y no creer para siempre. Está harta de su capacidad de perdonar y de pedir perdón, y está vez se niega a perdonarla si vuelve, se niega, ni abrazos ni mierdas, esta vez si vuelve se quedará en la calle, que otro imbécil la recoja, ella ya ha tenido suficiente. 



3 de octubre de 2013

Asleep

Las noches que no duermo no duermo porque no puedo. 
Las noches que no duermo es porque se me instala un parásito en el torax que me constriñe.
Las noches que no duermo doy vueltas por la cama, sudo, leo, cuento ovejas, cuento muchísimas ovejas, pienso, doy vueltas y sigo contando. 
Las noches que duermo me río de los insomnes de twitter, las noches que no lo hago comprendo perfectamente que nos cuenten a todos que no pueden dormir, es mucho más divertido que contar ovejas. 
Las noches que no duermo son una pesadilla.