15 de febrero de 2009

Desesperada por esperarte.

Lleva 3 horas ante el trasto, mirando la pantalla y no hace nada, divaga de una página a otra y espera, pero no como esperaría una persona cuerda, si no con una angustia en la boca del estomago que no sabe si es de inquietud o parte de los efectos de alcohol que entró en su cuerpo de más la noche pasada.

Tiene lagunas pero en este momento es lo que menos le importa.

Chasquea la lengua. Huele raro, huele a alguien que no es ella pero está segura de que le huele el pelo y eso le pone nerviosa, sin embargo no es capaz de levantarse y buscar alguna distracción.

-Me muero por hablarte.

-¿Disculpa?- Retumba su voz en la cabeza y hasta parece real.

-Me muero por hablarte, literalmente.

Se le instala un pesado dolor de cabeza tras los ojos.

Claudia seguirá esperando, Claudia espera, bebé zumo, se queja de su migraña y arruga la nariz cada vez que inspira. No lleva calcetines y se le enfrían los pies, tiene hambre, pero a la vez no.

No morirá, solo estará dos horas más ante el trasto.

14 de febrero de 2009

Como yo quiero

Claudia cree que si piensa demasiado en ello las cosas no le saldrán como quiere, así que lleva días sin pasar bajo andamios, escaleras, evitando gatos negros y teniendo mucho cuidado con la sal y los espejos, todo esto para disminuir su mala suerte ya que le es imposible no dejar de darle vueltas al tema, como si un parasito se la comiera desde dentro.

La inquietud le da hambre, así que come más que de normal, al darse cuenta se estresa y no puede evitar toquetearse el pelo de una forma bastante coqueta.

-¿Qué te pasa?
-Nada
-Algo te pasa.

Se mete un chicle en la boca y a la vez se enrosca un tirabuzón, se le encajará la mandíbula si sigue mordiendo así.

-Puede.
-¿El qué?

Respira hondo, cogiendo una larga bocanada de aire frío que irrita su garganta.

-Pienso demasiado.
- Es cierto piensas demasiado.
-Pienso demasiado en quien no debo.
-¿Por qué no debes?
-Porque entonces no saldrán las cosas como yo quiero.

11 de febrero de 2009

Un martes cualquiera

Con vaqueros ambos y camisetas de manga corta miran la televisión cada uno a un lado del sofá, echan un programa de confesiones, una mujer llora al ver a su hermana perdida y Claudia bufa aburrida, porque lo está, lleva dos horas sin abrir la boca. De vez en cuando mira a Carlos, pero él no la mira o lo hace pero cuando ella tiene los ojos pegados a la televisión, el caso es que en una de esas veces se cruzan sus pupilas y los dos se quedan lo bastante serios como para convertir aquello en una situación peculiar.

-¿Quieres saber lo que verdaderamente me apetece?- Pregunta él no del todo seguro de que Claudia esté interesada.

Ella se pone de pie y le da la espalda a Carlos perdiéndose por el pasillo, directa hacia el cuarto.

Las cortinas están abiertas y los vecinos podrían verla mientras se quita los vaqueros y la camiseta, hasta quedarse en ropa interior. Las bragas son de diferente color que el sujetador. Ya no tiene ese tono tostado veraniego pero apostaría porque aun se le puede ver algo de marca.
Abre las sabanas y se mete dentro, están limpias, huelen a detergente .Espera.

Carlos entra después de un rato, ha estado rumiando en el salón si es cierto que ella puede haberle leído la mente o no. Claudia lo ha hecho, así que se saca la camiseta por la cabeza y los pantalones por los pies, quedando en bóxers negros, él si tiene todavía este tono tostado.
Se mete bajo las sabanas y la abraza, con fuerza, estrechándola contra él, buscando el mayor contacto con la piel, haciendo suyo el calor de Claudia.

Ella inspira, acompasa su respiración con la de Carlos, suspira.

-Hacia mucho que no hacíamos esto.

-Lo echaba de menos.

-Te echaba de menos.

Pasan el resto de la tarde así y cuando se hace de noche y Claudia se ha quedado dormida, Carlos se va, tardará en volver, esa tarde se a empachado de ella y ambos lo saben

6 de febrero de 2009

Ni tú ni yo

A Claudia le brillaban los ojos, como le pasa a un niño la mañana de reyes.
Él caminaba hacia ella y eso le resecaba la boca, era fácil imaginar como sería abrazarlo, estaba a unos escasos minutos de ello, en unos pasos podría alargar la mano y hacerse con la de él.
-Quieta.- él se para a un metro como mucho y la mira, como si fuese una desconocida, como si jamás la hubiese tenido delante, ese día no es su mañana de reyes y el brillo en los ojos de Claudia se va a apagando como una hoguera consumiéndose…
-¿Por qué?
-Porque hoy no hay sol ¿No lo has visto? Y sin sol…
Tuerce el gesto se muerde el labio y piensa, ¿Qué más da que no haya sol? Claudia quiere impregnarse de él, aun así no se mueve.
-¿Cómo?- Dice dudosa sin acabar de entender.
-Bajito, para que quede entre nosotros dos, pero hoy no, hoy no me voy a acercar a ti.
Da un paso hacia atrás, parece que las palabras la han empujado y ahora el metro, es metro y medio y ya no lo toca si alarga la mano, casi podría hablar a gritos, aunque es bastante consciente de lo irreal que es todo eso.
-Entonces ¿Cuándo? – Ahora dolida.
-Cuando haga sol.
Claudia le da la espalda, ojos apagados, sin rumbo aparente aunque llegará a casa en media hora, se gira, lo mira.
-Tal vez ya no vuelva a hacer sol.